11 de julio de 2014

Masonería y Satanismo

El trabajo Masonería, Satanismo y Exorcismo del historiador español Ricardo de la Cierva es, a pesar de su carácter sintético, o precisamente por ello, un libro de referencia para conocer las estrechas relaciones entre la masonería y el satanismo. Relaciones por otra parte incuestionables, aunque esta religión oculta goce de gran simpatía en los medios de comunicación, siendo éstos por tanto los principales difusores de sus ideas. A continuación se reproducen algunas frases de este estudio, todas ellas elocuentes y diáfanas.

 No todos los masones son satánicos o diabólicos, pero todos los satánicos son masones (p. 10).


La Francmasonería nos ilustra con sus símbolos más de lo que consigue con sus escritos (p. 84).

Existe una campaña continua de relaciones públicas en la que se promueve esa gran mentira de que la Masonería no es una religión, sino solamente una organización social que hace buenas obras; el resto, lo mantiene en secreto (p. 84). 


La Masonería ha intentado con enorme insistencia proclamar que tan sólo es una fraternidad que realiza buenas obras (p. 93).



El objetivo secreto de la Masonería es subyugar para la Masonería y ser como dioses (...) Satán vende la misma mentira: «seréis como dioses», así convenció a Eva en el Paraíso. Jesús responde a todo eso con su frase de que «Yo soy el camino, la verdad y la vida y nadie viene al Padre sino a través de mí» (...) Satán no necesita recibir culto para conseguir sus fines. Todo lo que él tiene que hacer es evitar que el hombre siga a Jesús (pp. 94-96).

La Masonería ha mezclado la idolatría, el paganismo y el ocultismo, esta es su esencia (...) es una falsa religión (p. 98).


En la Masonería, el espíritu de elitismo y el principio de la superioridad de los pocos elegidos prevalece siempre (p. 117).


Los masones buscan la dominación a través del control del dinero, del control de las corporaciones, incluida la banca, del control de los medios, del entretenimiento y de las comunicaciones, siempre dirigiéndose hacia el control de la educación, los libros de texto y, muy importante, la infiltración en la religión (pp. 118-119).


Al principio, desde la masonería especulativa, en las constituciones de Anderson se dice con toda claridad que en las logias masónicas no se puede hablar ni de religión ni de política; aunque los masones no han hecho otra cosa que hablar de ambas cuestiones (p. 137).


Toda esta retahíla de dioses egipcios, indios, indonesios, persas... que aparecen en Oriente Medio y Extremo Oriente, encaja perfectamente en la Masonería.  Todo se funda en el hecho de que lo que no aceptarán jamás los masones es a la Iglesia Católica y ella será el centro principal de sus ataques (p. 140).

La Masonería jura guardar los secretos de cualquier otro masón para protegerle, incluso si es requerido para revelar esos secretos. En algún grado, la traición y el asesinato se exceptúan, pero en los más altos grados no hay ninguna excepción: el secreto masónico puede ser mortal para quien lo viole y este juramento masónico ha de cumplirse a rajatabla.  La obligación en la enseñanza de la masonería es que un masón puede dar falso testimonio, incluso cometer perjurio en un juzgado civil si con ello protege a otro masón (...) la Masonería pretende estar por encima de cualquier ley humana (pp. 143-144).

En nuestra época, el satanismo más o menos abierto, es la palanca principal utilizada por la Masonería para enfrentarse a la concepción cristiana y católica (p. 226).





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